La pureza del blanco se mezcla con el albero, recónditos callejones
encalados bajo techumbre de tosca madera, tronío de toreros.
Castiza y romántica como ninguna, que aún sin tauromaquia en
su ruedo, te transporta a tiempos pasados de dos grandes dinastías toreras, como son “Los
Romero y Los Ordoñez” muy ligados a este bellísima plaza de toros.